sábado, 4 de agosto de 2007

Indeleble

Y uno se pregunta si es necesario recordarlo todo, risas, lágrimas, las vivencias se amontonan y la memoria lamentablemente es como un departamento de 1 ambiente herméticamente cerrado. Que placer si pudiéramos abrir la puerta e invitar a la tristeza a irse y ofrecerle a la alegría nuestro mejor sillón.

Pero la tristeza es vil y cada vez que la alegría se descuida le roba su lugar en el sillón y apoya los pies sobre la mesita ratona, esa con forma de corazón.

Claro que tratamos de seguir con nuestras vidas, pero ella siempre está al acecho y lamentablemente su hermana buena es demasiado buena y no sabe imponerse, y todo intento de espantar a la tristeza es en vano, cuando le preguntamos si nos va a dejar vivir en paz nos pregunta ella a su vez si sabemos de dónde colgaba caperucita roja la canastita.

¿De donde?

Luego nos arrepentimos de haberle preguntado...

Nadie la invitó a meterse en nuestras vidas y sin embargo ahí está, cada vez que somos ignorados, menospreciados o humillados ella va cobrando mas y mas fuerza, y cuando el corazón se rompe ella junta los pedazos y los esconde. Viene la amistad con su linternita para ver si logra encontrar ese corazón, pero está muy obscuro y solo logra recuperar algún que otro pedacito.

El amor en cambio tiene un gran farol, es el único capaz de encontrar cada pedazo y volverlo a unir, pero el amor suele estar muy ocupado fabricando nuevos corazones o reparándolos, pero a veces, a veces, viene y todo se llena de luz, enceguece a la tristeza que sale corriendo. La alegría, que estaba cansada de tener que sentarse siempre en el piso, aliviada vuelve a ocupar el cómodo sillón.

De pronto... obscuridad, un apagón, sentimos que golpean la puerta, vemos por la mirilla y adivinamos la silueta de la tristeza, no sabemos muy bien para qué golpea, si tiene un duplicado de la llave. Maldecimos por no haber cambiado la cerradura, ella entra sobradora.

La alegría se sienta en el piso, ayudándose con unas muletas, nos sentamos a su lado, la esperanza mientras tanto se pone en cuclillas y nos dice: "¿Quién sabe? Tal vez mañana vuelva la luz"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo ya no sé que decir.... Siempre comento lo mismo; que están hermosos tus textos; pero es que ES VERDAD!!!!
Lo único que quisiera es que escribas algo donde te chorree felicidad!
Un besote y hasta el asadito!

Agnesse dijo...

Excelente y totalmente verdadero lo que acabás de decir. La felicidad y la tristeza son cosas tan poco maleables que dan susto (y susto en serio, no esos que me dan a mí).
Y estas cosas duras y tristes, son las más "lindas"...perdón, Lola, te contradigo.
¡Beso y hasta el conciertito!