miércoles, 6 de junio de 2007

Descuido voluntario.

Lo primero que tomó fueron sus discos, luego los libros, y una montaña de partituras, faltaban muchas cosas, platos, cubiertos, alguna silla, cosas que cualquier persona sensata llevaría en primer término.

A él no le importaba todo aquello que le ayudara a lidiar con la vida externa, tuvo 2 banquitos y una silla a instancia de sus padres, si por él fuera no había problema en sentarse en el piso, dormía sobre un delgado colchón, tan delgado que sus omóplatos terminaron siendo muy buenos amigos del piso de madera.

Pero mientras tuviera su música, sus libros, todo lo demás podía esperar. No es que a él le gustara vivir rodeado de vacío, es que en ese momento sólo le interesaba poblar el vasto territorio de su alma en ruinas, y la probabilidad de lograr eso con un juego de living eran prácticamente nulas.

De a poco fue trayendo mas cosas, la guitarra, la computadora, algunos adornos, fotos familiares; sus padres le dieron dos cajas repletas de elementos de cocina y diez cajas llenas de sabiduría.

Veía su cuarto, que parecía irse derritiendo a medida que sacaba más y más cosas, hasta que finalmente solo quedó un simple charco, y allí vio flotando el recuerdo de sus viejos amores, fue en vano esperar que se evaporara bajo el tibio sol del olvido, decidió que era mejor dejarlo allí, su corazón no tenía la fuerza necesaria para cargar tanto equipaje.

viernes, 1 de junio de 2007

Un instante

Javier miraba por la ventana, hipnotizado observando como los arboles jugaban a la mancha, el café cada vez más frío era un vago recuerdo para sus labios. Esos mismos labios que supieron jugar a la mancha con otros labios, ahora ausentes.

Recordó a Gabriela, aquella que logró que su corazón palpitara por primera vez, las largas charlas y la sensación de conocerse de toda la vida, como cuando uno vuelve a casa, las risas aun resonando en su cabeza, y aun sabiendo que los caminos finalmente se bifurcaron él sabe que al encontrarse con ella, las risas, las charlas y la complicidad no piden permiso.

Recordó a Mariana, tal vez su relación mas intensa y conflictiva, siempre le quedará la duda de lo que pudo haber pasado si la historia hubiera continuado, era una de esas relaciones en las que había poco que decir, pura química, pero la química nunca es suficiente, siempre falta ese factor desconocido que no se compra en cualquier kiosco, y todo terminó abruptamente, señor, son las 12, tenemos que cerrar, retírese.

Su última relación, Romina, no merece mayores comentarios, tal vez unos puntos suspensivos sean lo que mejor describe esa época de su vida.

Volvió a mirar por la ventana, viendo como el sol agachaba la cabeza, tal vez por la vergüenza que sentía al tener que retirarse él también.

Entonces Javier lanzó una maldición, odiaba que le pasaran estas cosas, justo a él, extrañaba ese calor, el calor en los labios, y por fin tomó una decisión, lo puso en el microondas y lo calentó 2 minutos.