Todos la miraban, algunos como queriendo sacarle sus posibles secretos usando sus córneas como receptores.
Otros pasaban frente a ella ignorándola completamente, tal vez inmersos en sus propios pensamientos.
Una pareja a sus espaldas daban rienda suelta a su amor, un vendedor de rosas la esquivó e intentó sin éxito romper el hechizo amoroso.
Frente a ella un dibujante retrataba su belleza, algo preocupado por la tormenta que se avecinaba.
El viento acarició su cuerpo, inmediatamente una gota resbaló por su mejilla.
Todos empezaron a retirarse, aquellos que la miraban, la joven pareja, el vendedor de rosas.
El dibujante, resignado, suspendió su trabajo.
Ella quedó completamente sola, inmóvil bajo la lluvia…
…como una estatua.