Mientras veía al día nacer desde el balcón un brazo alrededor de su cintura le recordó que no estaba solo, habían sido mas de 12 horas de pura sinceridad, muchos besos y el abrazo mutuo hasta dormirse en el sillón del living.
Mirarla a los ojos fue como despertarse a la mañana siguiente del último día de clases, y así agarrados de la mano no hacia falta nada mas, ni música ni televisión, solo el silencio interrumpido por suspiros y besos.
Jamas dos personas tardaron tanto en hacer café, y repasando álbumes fotográficos se fue pasando la mañana, en un parpadeo estaban almorzando y debatiendo sobre el idioma de los perros, mientras ella lavaba él enjuagaba y secaba, juntos esperaron a que se cumplieran las 24 horas mágicas.
Con un largo beso se dijeron hasta luego, sabían que no estaba nada escrito, pero ellos ya habían completado el primer capítulo.
domingo, 10 de febrero de 2008
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