La noche llega al fin, impecablemente disfrazada de tranquilidad y con esa espesa obscuridad, pero los verdaderos amantes saben que no es negra la noche y junto al aparente silencio solo son una inmensa pantalla de TV y nadie sabe donde está el control remoto.
Una y otra vez se repiten las imágenes, las frases, y uno quisiera no ser el actor principal de la película, ser un extra o un actor secundario es más fácil, no tenés la presión del protagónico, y en la vida casi nunca hay un “Toma 2” las escenas salen como salen, bien o mal, y “corte, se graba”. ¡Qué bárbaro, -me dirán- por lo menos reconocés que también se graba lo bueno!
Lamentablemente la noche es como un programa de chimentos, y no hace más que repetir las escenas que salieron mal.
La otra noche pasaron la parte en la que la muchacha se olvida de mí en menos de tres días. ¡TRES DIAS! Mientras me invade un instinto asesino hacia el guionista de ese capitulo, toma la palabra el conductor del programa de chimentos:
- Bueno, dicen que Dios hizo el mundo en siete días, así que a mi parecer tres días es un montonazo de tiempo. (RISAS)
Desde ya que fue inútil todo intento de volver a filmar, es que la chica sale con el guionista, y él me comunicó a través de un memorándum que debía abandonar el set de filmación, de lo contrario “no te va a reconocer ni tu vieja”.
Y es por eso que ahora solo me dedico a hacer crucigramas; pero… ¿a qué venía todo esto? ¡Ah, sí! ¡La noche!
La noche es infame, por suerte en unas horas vuelve el día y con su luz podré finalmente encontrar el control remoto y dormir.